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Todo ha cambiado

  Cada cierto tiempo alguien me dice: Martín, ¿ya no publicas lo que escribes, o es que has dejado de escribir? No tengo respuesta. O sí. A veces uno tiene necesidad de vivir, y a veces de pensar lo vivido. Y este tiempo, quizá, he estado ocupado. O perdido. O enfocado. O distraído. Qué más da. Hoy escribo para ti, así que prefiero no desvelarte lo que es mío. Necesito que antes recuperemos la confianza. Han pasado dos años. Dos años desde la última vez. Enero de 2020. Y me enfrento a ti, lector, y a mí mismo, con el pudor de dos antiguos amigos que, compartiendo mesa en la boda de un pariente lejano, se observan, como tratando de descifrar los restos de un pasado compartido, las marcas de tropezones en la cancha, pedradas en el parque, estrellas en el alma.   -¿En serio eres tú?- nos preguntamos sin apenas decir. Todo ha cambiado. Todos hemos cambiado. Te miro, mientras suena la música. Te miro y no sé quién soy. -¿Qué tal te fue la guerra? -pregunto. Poco después me arrepiento. No sé
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No te rías si te hablo del satisfyer

  Nutrición, relación,  fin de curso. Nutrición, relación, fin de curso. Nutrición, relación, fin de curso. Año tras año, el mismo maldito orden en el temario de Biología y Geología. El destino -por no culpar a nadie- que mantenía a los alumnos a la espera de llegar por fin al tema tabú, el que despertaba las reveladoras sonrisas, el sexo. Bueno, sí, oficialmente "reproducción". Pero para todos, el sexo. Tantas cosas han cambiado. Las escuelas se llenan de letras que se explican con más normalidad cada vez. La L. La G. La T. La B. La I. Y hasta la A y la Q en ocasiones. ¡Lo que saben los niños de hoy en día! Todo cambia, y es necesario que seamos nosotros los que cambiemos. Si no, lo harán otros. Y una manera de cambiar es vencer los tabús, las risillas tontas que insinúan curiosidades no resueltas, miedos escondidos y culpas estancadas. Yo ya he empezado. El otro día, sin ir más lejos, en una conversación con adultos, usé la palabra de moda: "sa

Brazos abiertos - Open Arms

¿Dónde está la rabia, Señor, que un día albergó mi corazón, al contemplar la injusticia? ¿Dónde se esconden la firmeza y la furia de reconocerme al menos capaz de gritar que nuestro mundo deja morir sin piedad a los pobres? ¿Será que consumí tantos Ayllanes que ya ninguno me sorprende ni escandaliza? ¿Será que me cansé de pedir a Dios un alma sensible? ¿Será que no me importan, que nunca me importaron los que cruzan el mar? ¿Será que me desentendí de todos y de todo? ¿Será que me engañaron haciéndome pensar que nada podía cambiar, y mi corazón se apagó? ¿Será que me quedé encerrado en un bucle ruinoso de horarios y tareas? ¿Será que la guerra entre el egoismo y la justicia esperanzada se libró con derrota dentro de mi, mientras la que acontece fuera afronta sus últimas batallas? ¿Será que la peligrosa humildad de saber que no tengo demasiado poder en mi mano acabó por llevarme a la rendición? ¿Será que la falta de fe mutiló mis brazos, y permanezco ahora, sentado, incapaz de abr

Chivos Expiatorios

-Pasado- René Girard, crítico literario, historiador y filósofo, dedicó parte de su pensamiento a elaborar la teoría de la mímesis, en origen orientada al análisis de obras literarias, pero que pronto se utilizó para analizar la violencia que acontece en sociedades. En el ser humano, como en los animales, se entrelazan deseo y envidia, identificación y rechazo, necesidad de formar parte de un colectivo e individualismo, rivalidad y unión. Para Girard, cuando las comunidades arcaicas se encontraban en crisis, aparecía la violencia, y la reacción compartida era la de eliminar de la comunidad a aquel a quien apuntaba el dedo acusador del grupo, de manera casi nunca justa. El chivo expiatorio. Imagino a poblaciones descuartizando y colgando como ofrenda a aquel que, en tiempo de lluvia, había anticipado la sequía que poco después llegó, dejando sin cultivo las tierras. Imagino colgada junto a él a su mujer, que compartía a partes iguales la responsabil

A los famosos de mala fama

Los famosos, con el noble fin de ayudar a los que sufren, escriben y venden libros, ruedan y distribuyen documentales autobiográficos en los que expresan las dificultades que, también ellos, padecieron cuando eran homosexuales en lo secreto, golpeados en el patio por su obesidad, objetos de burla por su nariz aguileña, o miembros de una familia patriarcal, violenta y rota en un contexto suburbial. Sin duda, su ejemplo puede ser un estímulo. Ojalá lo sea. Invito también a los famosos de mal ejemplo a que aprovechen ese tirón mediático. Pido que hablen a aquellos que estuvieron del otro lado: a los machitos homófobos, a los agresores del sexto curso, a los guapos sectarios, a los padres abusadores de buenos barrios. Por desgracia no abundan. Parece que el bien tiene más recorrido cuando conviene a sus promotores.

¿Qué has dicho, Casandra?

Actualmente, descubrimos en nuestro país un acalorado y recurrente debate sobre la libertad de expresión. Cada polémica nueva es una ocasión para renovar el odio y las disputas, a base tantas veces de prejuicios y malas intenciones. Reconozco que me preocupa, me preocupa mucho, y cada vez más. Me preocupa porque, más allá de cada hecho concreto, percibo una incapacidad creciente para elaborar juicios morales libres, para alcanzar opiniones fundadas y para expresarlas serenamente. No sólo eso. Cuando alguien expresa una opinión personal, con respeto y con una base moral que merecería poco menos que un aplauso, no tarda en ser manipulado. Los que se creen cerca de él, aprovechan su figura para dotarse de argumentos que, lo reconozcan o no, les faltan. Quienes se creen lejos, no tardan tampoco en encasillar su figura, en tirar de hemeroteca o simplemente, cuando esta es pobre, en recurrir al insulto, la confusión o el desprestigio irrefrenable de la mentira. Me preoc

El derecho a la ofensa: Penes, Vulvas y Drags-Queens

Nuestra sociedad ha cambiado mucho. La modernidad, la filosofía, la religión, la concepción unitaria de la historia, la esperanza... todas parecen heridas de muerte. Las libertades que siguieron a las dictaduras, el reconocimiento de los derechos, la comunicación, el contacto, los cuerpos, el sexo, las minorías y la posibilidad del disenso. Con la luna al alcance y las fronteras situadas, con el telón de acero rasgado y la democracia liberal como bandera cuasi-universal todo se aceleró. Los medios de comunicación acompañaron y alentaron esta carrera fugaz hacia el espacio digital. Y corrimos, creyéndonos libres. Tal vez lo fuimos un tiempo. Tal vez no. Muchos crímenes quedaron atrás: genocidios y ajustes de cuentas, mujeres, gays, trans, ateos, creyentes del uno y otro lado, rivales ideológicos y enemigos de lo ajeno. ¿Quién podría limpiar el reguero de sangre y de odio? La mayoría optó por dejar pasar el tiempo, a la espera construir una nueva memori