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Mostrando entradas de abril, 2011

Miradas para todos los públicos

El problema de las respuestas rotundas, de los argumentos completos y de las conclusiones definitivas, es que acaban con la frescura de las preguntas, y son las preguntas las que nos abren a la vida verdadera. Hace dos o tres años, en algún lugar de Andalucía (probablemente en la feria de Villanueva de Córdoba, pueblo de mi familia materna), una pregunta se me apareció de repente. El contexto de este nacimiento intelectual fue la clásica escena de un bebé rodeado de personas mayores, todas ellas emocionadas hasta el punto de estar dispuestas a hacer cualquier gansada sin sentir vergüenza. Tal vez el alcohol asistente afectaba, pero era la presencia silenciosa del niño la única capaz de transformar la realidad que le rodeaba, y de una forma tan compleja como complejas son las ecuaciones de Einstein sobre la curvatura del espacio-tiempo producidas por un planeta en su entorno. Este bebé (y tantos otros) producen en su microcosmos social una alteración mucho mayor de la que produce un

Humanología sociológica. Yo sólo soy un perro.

A menudo disfruto observando al ser humano. Creo que si existieran perros sociólogos humanólogos (o si pudieran hablar en caso de que ya existan) harían multitud de preguntas... ¿por qué vais siempre tan rápido? ¿por qué os habéis olvidado de oler? ¿por qué hacéis las cosas de forma tan complicada? ¿por qué no intentáis, aunque sea a ladridos, solucionar vuestros conflictos? ¿por qué la tierra no es de quien marca su territorio sino de quien posee un papel firmado? ¿por qué no miráis el cielo sino el reloj? ¿por qué vais a la playa siempre los mismos 2 días de cada 7? Pues bien, me estoy preparando para la prueba de acceso en la universidad perruna. Quiero sacar plaza en Humanología Sociológica, precisamente. Hay mucha competencia, pero trataré de esforzarme. Me piden un trabajo de investigación, y esta mañana he descubierto cuál será el tema que elegiré. ¿Que cómo lo he descubierto? De nuevo la curiosidad me jugó una mala pasada. Saqué un café de la máquina expendedora de