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Mostrando entradas de marzo, 2012

El falso túnel

La joven empresaria acabó el dulce y apuró la taza. No le gustaba viajar, le molestaba tener que estar sola. Hacía dos meses que lo había dejado con su último novio, y le atemorizaba tener que ir a ningún sitio. Pasó la servilleta por sus labios, la dobló cuidadosamente y la colocó bajo el vacío recipiente antes lleno de un aromático té marroquí. Ella siempre soñó ser un papel lanzado al aire, libre y con un mensaje liberador, pero se descubría como aquella servilleta; se sentía utilizada, controlada, encerrada, aplastada. No se permitió llorar. Dirigió una tosca mirada al camarero y, con un leve movimiento de manos, le hizo saber que había terminado. El camarero retiró la taza y el plato. Entonces se acercó a ella y la miró. La empresaria triste esperaba que él preguntase algo. Si lo hubiera hecho, ella habría dado una respuesta esquiva y fría, pero no fue así. Él tan sólo la miraba, haciéndole entrar en un ámbito de confianza. Tenían muchas cosas en común. Sus vida

Todos las tenemos, mas no todos

Todos conocemos personas con tendencia a powerpointear a todo tren, esto es, a enviar correos electrónicos sin pausa, con mensajes de amistad o paz, con cuentos o chistes, con ideas, mensajes, frases y paisajes, sobre todo paisajes. Confieso que no suelo abrir estos power points con los que soy powerpointeado por los powerpointeadores amigos. Entiéndaseme bien, cuando hablo de power point me refiero a todo archivo que reclame más de 3:30 minutos de atención. En cambio, hoy, no pude dejar de ver un vídeo de 47:27 minutos. Una entrevista, una mujer, una historia. Me gustó mucho porque todo lo que dice y piensa está en la línea de lo que yo podría pensar y decir. La diferencia: ella lo cree más, porque lo ha vivido más; ella sonríe. Hoy no ando en busca de rodeos. La cuestión es sencilla pero no simple.Todos tenemos buenas ideas, también yo. Pero, ¿da testimonio mi sonrisa de que son ideas vividas? ¿Y la tuya? El asunto queda abierto, como abiertas están nuestras vida

Silencio/1

  Existen muchos tipos de silencios, el carente de ilusión y el inundado de paz, el que experimento cuando camino entre una gran multitud o cuando decenas de pies recorren con los míos un túnel durante una carrera. El silencio del detenido, el silencio con el que se defiende el tímido de la acusación de ser él mismo. El silencio de los violentamente silenciados y el de quienes se cansaron de gritar en vano. Entre todos ellos, existe un silencio más intenso y profundo: el que brota de una mirada cargada de dolor, que no admite palabras pero sí una mano tendida. Es un silencio lleno de realidad, que sobrecoge y asusta; un silencio envuelto en una oscuridad luminosa, atravesado por una luz oscura, y también por un ruido: el ruido de la esperanza. 

Mi pésame, mujer

Mujer, en el suelo arrodillada junto al sangrar de dos cuerpos tirados, tus ojos de silencio allí clavados sueñan ver una luz en tanta nada. Mujer, esposa y madre desolada, no pueden ni podrán los magistrados comprender jamás que te has quedado con ellos tú también crucificada. Mujer, vecina, viuda, madre, sola, como colma la lluvia nuestro Darro su ausencia colmará tus soledades. Mujer, vecina, viuda, madre, sola, no dejes que te trague el denso barro formado en tristes tierras de maldades.