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Mostrando entradas de diciembre, 2012

Gris-sesinato

Santi no era daltónico de ojo. Sus ojos estaban bien, pero era ciego por dentro. No le gustaba pintar y le daban miedo los colores.  Los árboles se habían vuelto demasiado verdes, demasiado azul el mar, y  descaradamente marrones  los ojos de la mujer con quien compartió caricias y nostalgias. No fue todo de repente. Empezó eliminando el rojo cuando de niño sus rodillas lloraron tras rodar por el suelo; más tarde cayeron amarillo, rosa y azul. Ya adolescente, Santi se quedó sin naranja ni violeta. Así fue perdiendolos uno a uno, hasta quedar finalmente desesperanzado y gris. Él no era diferente. Le habían enseñado el miedo y la tranquilidad. El miedo a la bondad y al rostro extranjero. La tranquilidad del televisor y del arma cargada en el cajón de la mesita. Él no era diferente, hasta que empezó a no soportar más. La realidad era demasiado real, y los colores demasiado evidentes. Entonces fue cuando lo hizo. No dijo nada a nadie, y se encerró en su casa. Allí malvivió,

Viajar de noche. Leer la luna

Noche, kilómetros, horas, camino. Luna mirada, cielo escondido. Camino, gasolina y asfalto. Noche, belleza, mirada, amor, y más camino. Minutos, paz, tiempo para no hacer, para hacer la nada: el silencio. Tiempo para mirar, para ver y no ver. Tiempo para estar, en el asiento trasero; sólo, como siempre, y acompañado.  Segundos, ruedas, coches, sonrisas, acentos, viajes. El roce del aire, la radio que no oye, que da un pobre ruido no más: dispersión ofrecida, distorsión fastidiosa. En el camino, la compañía y la búsqueda. Aparece ahí la mejor respuesta: la que nos sumerge y nos descubre la profundidad de la pregunta. La que desnuda el misterio. La que nos hace cantar: "Tú eres mi Hijo: te quiero".

Tiempos, barro y utopía

Hablábamos de migraciones. Las sentíamos y las pensábamos. Una jovencísima anciana, preguntándose en voz alta, me preguntó: ¿alguna vez, en el futuro, habrá justicia?, ¿posibilidad de que podamos vivir juntos con dignidad en todos los lugares? Yo, envejecido joven, huyendo de la desesperanza, le respondí escribiéndome: El pasado ayuda, pero no sirve; el futuro, aunque orienta, queda lejano; el condicional se acompaña siempre de cómodas excusas en subjuntivo: si quisiera, si pudiera, si fuera distinto... Me quedo con el presente, y presente continuado: amando la vida, vivir luchando, con barro y con utopía, denunciando el odio y la injusticia: Ya, aquí, ahora. JOMI 2012 Encuentro Jomi 2012, Leioa (Bilbao)