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Mostrando entradas de junio, 2013

De personas y de llaves

Por despistado tomaban todos a Don Marcial. Había de esforzarse sobremanera para no ir olvidando todo a cada paso: contraseñas, nombres y colores, el lugar donde estacionó y hasta las rosas que cada año (alguna vez) regalaba a su esposa el día de su aniversario. Pero Marci, como algunos le llamaban, era un luchador. Se armaba de lentos ritos para no caer en las desastrosas consecuencias de sus despistes cotidianos. Caminaba con una pequeña agenda en el bolsillo, la cual a menudo consultaba. Se dejaba avisos en la puerta, en el móvil y hasta en la ducha. Y procuraba dejar siempre las llaves sobre la misma repisa. Así le era fácil encontrarlas, aunque cuando no estaban allí no sabía dónde buscar. A pesar de largos años de entrenamiento, el despiste y la nostalgia fueron ganán dole terreno, sobre todo desde que su casa se vació de una presencia muy querida. Él, con una copa en la mano y el horizonte nublado, se escondía en locos pensamientos. Las personas son ll

A la puerta de casa

A la puerta de casa. A la puerta de casa ocurren muchas cosas. La vuelta al hogar. La alegría por el fin de los exámenes. El ruido de la puerta irremediablemente rota. El viento. Las manos y la cabeza de un hombre que busca en la basura algo útil, algo bueno, algo bello. El silencio. Las preguntas. La pregunta: ¿te importa la vida de la gente? ¿quieres a ese hombre?

La ranea de los crómodos

Sonaba el trailon de la cuaca a la tanada, y los raños se alemaban hacia abajo, zingrando como aquellos años en que la teva y la puna eran la sobrealardable fuerza que amozonaba como galima los quebrados róticos de aquellos rítmicos crómodos; como aquellos años en que caneteaba, túvico, el cánodo, una y otra vez, mientras los crómodos, entimados y sudorosos, no cesaban en su sísida ranea, una y otra vez, nositando el fásido ritmo del cánodo. Una y otra vez. Una y otra vez. Todo resifla ahora con bosas námidas, es verdad, pero nada ha trestasado la tristeza triste de los crómodos. (Homenaje a Julio Cortázar, estilo inspirado en  Rayuela, capítulo 68 )