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Mostrando entradas de noviembre, 2013

Las musas

La inspiración artística, la musa, es eso que nace al habitar unos instantes bien adentro, allá donde la vida se vive. La inspiración es la urgencia de comunicar una idea que no es idea, a través de unas palabras que nunca son suficientes. La inspiración es amarillo sostenido, es azul en do menor, y es sobre todo rojo. La inspiración es el fuego que arde sin leña, el incendio que abrasa todas las ramas, la tierra fértil donde crecen los árboles y sus murmullos. La inspiración es la chispa y la mirada, el hombre de la hazada, la mujer y su sonrisa. La inspiración es noche fría de noviembre que no vence el brasero, la inspiración es la sed y la nostalgia, el papel siempre en blanco, la luna, la mañana. La inspiración es el deseo y el anhelo de dejar al partir un corazón empobrecido; es la mirada de un niño que pone nombre a las nubes. La inspiración es tu nombre, la inspiración es el cielo. Mi inspiración eres Tú, mi inspiración es el suelo.

Maldito viejo preguntón

  Sucedió hace no más de dos docenas de días. Estábamos sentados a la mesa. Demasiado conocidos como para hablar del tiempo. Demasiado distantes como para permanecer en silencio. Yo, queriendo burlar con sorna la vejez del anciano, le pregunte: "¿qué es lo mejor que descubres en esta generación, que no es la tuya?". Él tragó la verdura, sostuvo inmóvil el tenedor y, mientras me miraba, comenzó a masticar aquellas palabras recibidas por sorpresa. Tomó su tiempo, amagando varias palabras, hasta que consiguió desentrañar de su lengua senil algunas sílabas sinceras. Tras ello, el tenedor se movió de nuevo. El debate parecía haber concluido sin un claro ganador. En cambio, varios silencios más tarde, el abuelo, interesado, me devolvió la pregunta. Fue entonces cuando me respondió. Su honesta búsqueda me mostró el más joven de sus rostros. Mi respuesta callada me envejeció cien años en un instante. Desde aquel día, ejercito mi optimismo sociológico y trato de aprender

Lo humano

La paradoja forma parte de lo nuestro, de lo que somos, de lo humano. La asumida y trágica contradicción entre la muerte de millones de judíos y las preocupaciones cotidianas de nuestro diario existir individual. La tesión entre lo social y lo individual, entre lo infinito y lo finito, entre la esperanza y la muerte. No podemos resolver esta contradicción, pero sí mantener la tensión de la paradoja, para ser así compañeros en la tragedia, hermanos en la esperanza y auténticamente humanos. A propósito de La lista de Schindler... ...y del día de Cristo Rey

Es loco el viejo

Es loco el viejo barbudo... De un tiempo a esta parte se volvió tan franco y libre que no tiene problema en llevarse con frecuencia a sí mismo la contraria, sin dejar por ello de pensar como piensa ni de hablar lo que dice, incluso aunque a veces, prefiriendo no pensar, simplemente calle. Yo quiero de mayor ser como él, viejo, barbudo, libre y loco. Y si no llego a mayor ni me curo de lampiño, me conformo con libre y loco, que cuerdos ya los hay muchos, y no existen locos presos. Los viejos con los años se liberan de todo... ...los libres parecen locos... ...y los locos, aunque mueran, jamás envejecen. ¿Cómo no desear la libertad de cumplir años? ¿Cómo huir de la locura del evangelio?

Un final abierto

  Un final abierto es un final anticipado y mentiroso, la detención de la historia y la imposibilidad de un encuentro real en el futuro; es la obstaculación operada por el muro del presente. Un final abierto es tan sólo la esperanza vaga en un guión inconcluso, en un porvenir que ya no viene. Es pura ilusión, oasis seco. Un final abierto es frustración, certeza de no ver el abrazo postrero, las lágrimas últimas. Un final abierto no es un final, no puede serlo, pues contradice el más morboso deseo de conocer. Reconozco la derrota venidera, tiendo la mano al adversario, y acepto el desafío que suponen las zonas siempre oscuras de la historia, la nostalgia de mi promesa incumplida y la pena de tu pronta e inesperada marcha.