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Mostrando entradas de diciembre, 2013

Una virgen joven

Una Virgen Joven. Una Virgen desposada con un hombre llamado José. Joven, muy joven, apenas quinceañera, con su corazón en el corazón del pueblo, eternamente esclavo; Con sus lindas manos curtidas y morenas por el sol y el trabajo, y con los ojos cargados de amor y de misterio ante el misterio de un amor que no es ajeno, ante la cercanía de Jesús, el Dios anejo. Joven, muy joven, apenas quinceañera, con su vientre engrandecido por el pataleo de un niño que aún espera, por Dios que, conmovido desea al fin, con dedos de hombre tocar la tierra. Joven, muy joven apenas quinceañera, con la frescura de una niña y la sinceridad de una hermana, con el amor de una madre y la fe de una abuela. Joven, muy joven, apenas quinceañera, abandonada como tantas, mas con suerte: su abandono no será jamás de muerte, el manto del Señor cubrirá sus dudas y su frío. Apenas quinceañera. Joven, muy joven, pero vieja. Una Virgen transformada en la noche de Belén,

25

Cómo no acordarme al envejecer de quienes me alimentaron. Cómo dudar al madurar de quienes sembraron las semillas. Cómo dejar en el olvido a quienes conmigo compartieron panes y sueños. Cómo no traer de nuevo a mi vida todas esas muertes y ese fuego. Cómo cumplir 25 sin susurrar siquiera el nombre de quien, al cumplir 25, cumplió por última vez...

Emoción en la arena

La emoción de las raices, la tierra, la música y el mate, la alegría de la historia andada;    La arena y las pisadas de quienes nos precedieron, y son ahora también polvo. El clamor existencial que lloró mi hermano Pedro con sonetos; el corazón que se eleva y canta a los vivos y a los muertos, sabiendo que junto al dolor y el hambre de los niños descansan, sin dormir, el sueño y la esperanza:  el grito penúltimo de Dios que, habiendo querido nacer pobre, nos trae un nuevo impulso hacia el desierto. Es por esta emoción por la que callo, es por ella que casi apenas digo, es por ella que aún sueño, por ella que vivo, espero y amo. Amén.

Puntos suspensivos

Puntos suspensivos, sólo tres puntos suspensivos trajiste a mi existencia, ahondando con ellos en mi tragedia. Tres pequeños ceros que, en aquellos tiempos, suspendieron mi juicio; Ceros que aún hoy me ponen entre paréntesis y me interrogan con miradas afirmativas. Tres puntos suspensivos: Tres norias continuadas con sus góndolas siempre contrapuestas de dudas y de certezas; Tres faros en el mar de la dicha y el decir que alumbran el espacio del silencio; Tres velas que, con luz tenue, enseñan cómo el futuro incierto nos tiene en el presente a la deriva; Tres cómplices de una frase culpable y temerosa que prefirió no pronunciarse. Puntos suspensivos, sólo tres puntos suspensivos trajiste a mi existencia, y yo,      ahora,           te los devuelvo…