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Mostrando entradas de abril, 2014

La soga del negro

 Esta tarde soñé con la realidad. Las mujeres del barrio conversaban cuando mi familia y yo nos acercábamos. Mi madre se detuvo a saludar. Exclamaciones y “murmuros” era todo lo que percibía de su charla. Al despedirse, un silencio. Nadie dijo nada más. Tras un largo insistir, ya en marcha, al fin mamá comenzó: -Es el tipo del primero. El negro grisáceo que llegó al portal hace varios años, cuando tú ya no vivías aquí. Sacó una soga esta mañana –contó bajito, como con miedo a ser oída. -¿Una qué? –pregunté. -Una soga. Una soga por el balcón. Sacó una soga por el balcón esta mañana. -¿Pero   se ha matado? ¿Pensaba matarse? -No. Sólo sacó la soga. Quería mostrar que se está muriendo. No trabajan, no tienen parientes, no tienen para comer. -¿No hacéis nada por él? ¿Dejaréis que muera? –Pensé. Pero, bien inserto en el realismo del sueño, no dije nada. Entonces el silencio me despertó. Si a menudo descubrimo

Notas al margen

De nuestra vida no quedará nada. Se irán los trabajos, los estudios, los proyectos. Quedará tan sólo la paz sembrada y las notas que, con entusiasmo, tomemos en los márgenes de los libros más importantes, los que se escriben con gestos...

Un movimiento leve

Cómo cantaba las penas aquel viejito de la calle Corrientes. Guardaba la tristeza de la dictadura, la nostalgia del exilio, la sabiduría de los años y el realismo de quienes gastaron las manos con duros trabajos. Recordando historias pasadas, contaba a su hija: -Cuando el tiempo se vuelva denso y el camino te pese, cuando los zapatos te rocen y falte aire en tu rutina, siéntate y deja que tu voluntad se mueva. Di sí al trabajo, sí a lo que hay, sí a los grises de la jornada. Al decirlo, retornará el color a tu vida y la ilusión a tu rutina. Hija, un sí lo cambia todo.