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Carta Abierta a Dolores Díez (Sobre la comunión civil)

Dolores Díez Posse, de 55 años, ayer en su clínica veterinaria.



Querida Dolores, madre, tutora, veterinaria, malagueña, atea y laica:

Me presento: soy Martín, hijo, misionero, sevillano, creyente, católico. Quería felicitarle por el paso que su hija dará en el próximo mes de mayo, según he podido leer en el periódico ABC –edición digital– del día de hoy, 29 de octubre de 2015.

Me reconozco ignorante en muchos temas, y al mismo tiempo es escasa la información que he podido obtener del periódico digital. Ellas hablan de que su hija «quiere una fiesta» como la de otras niñas, con payasos y sin misa. Sin duda será una buena ocasión para que ella lo pase bien en compañía de sus amigos y familiares. Desde mi experiencia, ciertamente las misas resultan aburridas a los niños de 8 años, excepto en contadas ocasiones (cuando el cura se adapta a ellos, cuando los padres les dejan corretear por los pasillos, o cuando la promesa de una diversión posterior hace que la resistencia esperanzada valga la pena).

Deseo expresarle mi percepción, parcial pero sincera. Al mismo tiempo, deseo hacerle preguntas. Comprenderá que me interese saber, especialmente después de este revuelo que se ha formado. Al fin y al cabo, es usted pionera en nuestra sociedad, única. Y, sobre todo, me interesa avisarle de ciertos peligros que acechan a su hija. Disculpe que no me dirija a ella, pero le pido que le transmita lo que le digo sin la menor alteración. Ella es la importante aquí, y sin duda a partir de su paso a la adolescencia me dirigiré a ella directamente.

En primer lugar, me gustaría saber qué piensa sobre el nombre que parece que va a atribuirse al rito de paso de todos los niños que lo pidan: «comunión civil». ¿Está de acuerdo con tal nombre? A mí, sinceramente, me preocupa que la sombra de lo religioso sobrevuele la celebración de su hija, más aún cuando presupongo que su hija es atea y laica –en el más laicista de los sentidos–.

Si es su niña la que ha puesto tal nombre, le aconsejo por el bien presente y futuro de su hija que le invite a que se lo replantee. Es como si, por un despiste, se le ocurriera incorporar a su celebración ese libro que los creyentes llamamos «Sagrado», la Biblia, por la mera razón de que lo haya visto en alguna otra fiesta. Sin duda, no ayudaría a la decisión de su hija, decisión tan respetable como laica. Aunque tampoco le insista demasiado pues, al fin y al cabo, es su opción y hay que respetarla. Ya tiene 8 años.

Si, por el contrario, es el Ayuntamiento o alguna autoridad civil o mediática la que ha promovido tal nombre, por favor, ponga más empeño aún en hacer saber a su hija que su laicismo está en peligro. Empieza uno por condescender en lo relativo al nombre y acaba santiguándose al inicio del rito de paso (ya sabe usted, la Trinidad…).

Si, en último término, ha sido usted la que ha hablado de «comunión civil», le pido que sea sensata y recapacite. De no hacerlo, me plantearé la posibilidad de acudir a servicios sociales u a otras instituciones pertinentes, para que ellos se hagan cargo de la situación de su hija, y se pongan cuanto antes al servicio de sus intereses, valorando incluso la posibilidad de tomar medidas que salvaguarden la libertad y la laicidad de su hija.

Si ninguno de ellos ha puesto el nombre, entonces seré yo quien, gustosamente, me dirigiré a mis superiores religiosos –hasta Roma si es necesario– por el bien de la menor. Debe ser una celebración alegre y, sobre todo, laica.

En segundo lugar, como miembro de la Iglesia, le agradezco su honestidad, su deseo de «no hacer el paripé durante los años de la catequesis de que vamos a misa y demás». Sin duda, hace falta gente como usted, y sobre todo como su hija, que sin duda ha mostrado tener las cosas mucho más claras que todos nosotros. Ella, como usted dice, «lo que quería era sólo una fiesta», para qué perder el tiempo.

Lo anterior, si bien es loable, creo que nos acerca a un nuevo peligro sobre el cual quiero advertirle. En concreto, me preocupa que pueda su hija ser víctima de algunas manipulaciones –interesadas o inconscientes–.

Ella, sin duda, parte de su propia experiencia sensible para orientar su vida. Ha visto una fiesta, quiere una fiesta, y nosotros hemos de garantizarle que pueda tenerla. No obstante, ella no ha conocido culturas antiguas, tal vez ni siquiera haya leído sobre ellas, y viene ahora el alcalde de su pueblo, Antonio Moreno, y dice –siempre según el ABC-, que «en todas las culturas, y a lo largo de los tiempos, ha habido ritos que marcaban el hito del paso de las espatas (sic) de la vida».

Supongo que usted compartirá conmigo que la libertad de autodeterminación de su hija está por encima de su opinión y de la mía, de cualquier cosmovisión religiosa del mundo, de cualquier manifestación cultural a lo largo de la historia, etc. Por eso, tal vez sería bueno que alerte a su hija del peligro de incorporarse a una larga tradición de muchas y variopintas culturas que, sin duda, ella no ha conocido y no puede elegir, en virtud de su marco para la toma de decisiones, al que ya he aludido (experiencia sensible (ver), experiencia volitiva (querer), experiencia jurídica (exigir)).

Y no sólo debe alertarle por los motivos anteriores, sino especialmente porque, como usted sabrá, muchos de esos ritos culturales que se han dado a lo largo de la historia (todos hasta hace muy poco tiempo), estaban realizados sobre un trasfondo religioso. La divinidad (y las divinidades) estaba entrelazada con la vida de los niños y adolescentes. ¡¡El ateísmo no se había inventado todavía!! Ella quiere una fiesta, y una fiesta hemos de darle, al modo que ella lo desee.

En cuanto al dinero, me alegro de que usted pueda hacer frente a los costos de la celebración (82€). No obstante, me preocupan los niños –sé de buena tinta que los hay– que aún dependen económicamente de sus padres, cuando éstos últimos no pueden pagar las tasas. ¡Incluso ésta puede ser la causa de que la cola para solicitar este rito de paso estuviese ayer vacía! A mí, como a usted, también me extrañó.

Veo el peligro de que algunos padres, por no disponer del dinero, acaben siendo forzados a acudir a algunas Iglesias durante 2 años, a «hacer el paripé» para conseguir una fiesta gratis para sus hijos, que acabará siendo además una fiesta sin payasos (no los pagará nadie) y con misa (manía nuestra, pido perdón). En síntesis, ¿no cree usted que debe establecerse una normativa que prevea posibles ayudas a los niños ateos, dependientes económicamente de sus tutores, con ganas de payasos y recelosos ante lo religioso? Creo que no es un disparate. Tal vez en este punto Moreno sea mejor gobernante y esté ya trabajando en ello.

Habría mucho más que me gustaría decirle y preguntarle, no obstante, estamos en la era de los 140 caracteres. Además, prefiero esperar su respuesta para seguir en contacto e intercambiando opiniones y miedos.

En caso de que no me responda, deseo que le vaya bien a usted y, especialmente a su hija. Como sabe, y dejando de lado chistes e ironías, formo parte de una institución con muchos años, víctima y causante en ocasiones de manipulaciones, intereses perversos, politizaciones y otra clase de maldades. Es nuestra historia, y sin duda ha contribuido a generar malestar -incluso odio- y a construir barreras. Pero no piense que la sociedad civil, con todas sus instituciones, y a pesar de sus buenas intenciones y personas, está libre de manipularle a usted, a su hija, y a mí mismo.

Un saludo amistoso y laico.

Martín


http://www.abc.es/sociedad/abci-primera-peticion-comunion-civilmi-hija-quiere-fiesta-sin-misa-201510290141_noticia.html
http://www.abc.es/sociedad/abci-podemos-cobra-tasa-municipal-82-euros-para-comuniones-civiles-rincon-victoria-201510272204_noticia.html

Comentarios

  1. Lo de saludo amistoso lo entiendo, lo de laico a santo de que, un saludo claretiano

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