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Mostrando entradas de octubre, 2015

Carta Abierta a Dolores Díez (Sobre la comunión civil)

Querida Dolores, madre, tutora, veterinaria, malagueña, atea y laica: Me presento: soy Martín, hijo, misionero, sevillano, creyente, católico. Quería felicitarle por el paso que su hija dará en el próximo mes de mayo, según he podido leer en el periódico ABC –edición digital– del día de hoy, 29 de octubre de 2015. Me reconozco ignorante en muchos temas, y al mismo tiempo es escasa la información que he podido obtener del periódico digital. Ellas hablan de que su hija «quiere una fiesta» como la de otras niñas, con payasos y sin misa. Sin duda será una buena ocasión para que ella lo pase bien en compañía de sus amigos y familiares. Desde mi experiencia, ciertamente las misas resultan aburridas a los niños de 8 años, excepto en contadas ocasiones (cuando el cura se adapta a ellos, cuando los padres les dejan corretear por los pasillos, o cuando la promesa de una diversión posterior hace que la resistencia esperanzada valga la pena). Deseo expresarle mi percepción, pa

Ausencias disfrazadas

Tenía 18 años, tal vez 19. Apenas sus amigas abandonaron el vagón ella se convirtió en el centro. Los cuatro compañeros de clase parecían estar a sus pies, a sus piernas, a su cuerpo; atrapados por el desvelamiento progresivo de sus secretos amatorios, seducidos por sus últimas fotos compartidas, convertidos en competidores esperanzados en la victoria nocturna, en la derrota ajena. Ella, en realidad, no buscaba sexo. Sólo mendigaba algo de afecto, un gesto, un abrazo, una car icia... Ellos, en el fondo, eran víctimas del mismo engaño, de la misma carencia, la soledad misma. Yo, en el asiento de al lado, incapaz de no escuchar sus gritos y sus alardes, no pude sino sentirme cercano a sus ausencias disfrazadas. Mientras, sus padres, ajenos a casi todo; y el viejo de enfrente negando con la cabeza, como queriendo abandonar la escena y huir hacia las sombras idealizadas de su pasado... Todos parecen vagar solos por los vagones, y pocos saben adónde van...

Esbozo

Deseaba guardar para siempre su rostro junto al mío. Quise apresarlo. Tomé lápiz y papel, y recordé mis clases de dibujo: línea, gesto, movimiento... Su rostro ya no estaba. Me quedó el papel en blanco y un recuerdo. Tuve miedo a perderla. Por eso la perdí. Lo importante no puede ser apresado... ...y nada hay más importante que un rostro.